sábado, 29 de diciembre de 2012

Defender Wirikuta; el canto de un lenguaje propio



No se debe confundir las razones legítimas de la lucha del pueblo wixárika, esta es una lucha por la vida, por la lluvia, por cuidar el Jardín Sagrado de donde depende su identidad como pueblo, su tejido social, su salud, su cosecha, su existencia como pueblo y como humanidad, va mas allá de las opciones del lenguaje oficial, más allá de todo concepto occidentalizado de conservación, es por garantizar la vida para el mundo y seguir existiendo como pueblo.

Las autoridades del pueblo wixárika han manifestado en diferentes Foros, en documentos entregados ante distintas instancias del gobierno federal y en documentos enviados a los habitantes campesinos de las tierras sagradas de Wirikuta que su lucha es por cuidar este lugar a donde desde tiempos inmemoriales peregrinan recreando los pasos de los mas primeros que nacieron la vida, explicando que, al igual que los ejidatarios de Wirikuta, el pueblo wixárika desea que se cuiden y preserven las fuentes de agua, que la gente de ahí viva bien, con trabajos dignos, con una calidad de vida digna, que no pretenden invadir o despojar las tierras que les pertenecen a quienes ahí habitan, que es falsa la información que han dado por todos lados los funcionarios de minera Real Bonanza, la presidencia municipal de Catorce y otras instancias de gobierno acerca de que los “huicholes” pretenden quitar la tierra a los habitantes de Wirikuta.

El pasado 20 de diciembre las autoridades del pueblo Wixárika, recorrieron diversas localidades de Wirikuta encontrándose con los campesinos habitantes del lugar sagrado, entablaron un diálogo honesto, honrando la relación histórica de armonía que han construido y que en fechas recientes la ambición neoliberal por los minerales pretendió descomponer a través de su ingeniería del conflicto.

viernes, 28 de diciembre de 2012

El canto de la sangre



Nos reunimos en el Oriente, aquí donde habita el agua que lo sueña todo. En la noche de los tiempos movemos las hojas que cubren el suelo, para extender sobre la tierra de la selva una mesa. A cada uno de los nueve señores de la noche le llenamos su jícara con agua de maíz, les encendemos una vela y el humo del copal levanta sus nombres por las esquinas y rincones del mundo. El agua y el fuego purifican las nueve oquedades de cada uno de nosotros y  así invocamos a la luz. De luz, energía vibrante nos alimentamos, de esta misma se forma nuestro cuerpo. La serpiente del cacao nos regala el polvo que las estrellas cantan, del manantial del linaje ancestral llega el agua encendida que se mezcla con este alimento y reconstituye los tejidos que dan contención a la luz en nuestro cuerpo. Estamos empapados de agua y fuego, pero no nos desbaratamos, seguimos agradeciendo.
Somos por un instante personajes en los cuales la luz experimenta este mundo que se renueva. En la sangre que fluye por los ríos de nuestro cuerpo llevamos el canto del agua y el fuego, somos flautas y cerbatanas, cañas huecas por donde viajan  y retoñan el cielo y la tierra.
Volamos al Norte, vamos saludando a los volcanes que cantan la leyenda conforme el amanecer se anuncia y penetra todas las formas. Norte donde el regazo de la tierra extiende un lecho de valles y sierras en donde descansa la energía, parece que el oleaje ha quedado retratado en este rumbo entre una exhalación y la inhalación en donde todo se reconcilia, se reconoce uno.
Los osos con toda tranquilidad van repartiendo medicina por las calles, oportunos mensajeros. Las ardillas, guardianas del fuego, exhiben los colores del invierno en su pelaje y se estremecen apenas ante el parpadeo de los humanos que se aventuran a reconocerse en las estrellas abiertas.
Plumas de guacamaya mantienen el tabaco encendido y sin consumirse desde las lagunas donde habitan los hombres verdaderos, completos, hasta las huastecas centros ceremoniales donde se levantan los ancestros como piedras enormes.
Y relajados comenzamos a respirar un nuevo amanecer, meciéndonos en una hamaca tejida de sedoso algodón de plena confianza.

sábado, 1 de diciembre de 2012

El Venado Mágico

Arte de Ramón Carrillo

Sólo una vez es atrapado el Venado Mágico.
En la noche de los tiempos cae en la red del cazador. 
Los cazadores preguntan acerca de la creación del mundo. El Venado canta una y otra vez en la larga noche sin que amanezca, poco a poco los cazadores se van quedando dormidos. Entonces: sueñan que han atrapado a este escurridizo animal mágico. Sólo les queda el recuerdo. Cuando van despertando salen de cacería pretendiendo encontrar nuevamente a ese Venado Mágico. Tantas veces lo confunden, tantas veces se ilusionan. Sacrifican y se embriagan tantas veces. Aún ahora los cazadores continúan persiguiendo con la esperanza, con la ilusión de dar con el verdadero.